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Capital de la corrupción

Es difícil hacer una sentencia de ese tamaño, pero todo indica que Brasil se ha convertido en la capital de la corrupción en el mundo. La internacionalmente famosa operación llamada Java Lato del año 2014 implicó a decenas de empresarios y políticos que lavaban dinero con una red de lavanderías y gasolinerías, y que implicó contratos fraudulentos con la empresa Petrobras, la más importante del país. En sus investigaciones cayeron varios expresidentes brasileños, y solo Fernando Enrique Cardoso se ha salvado de ser destituido del cargo por acusaciones de corrupción.

Junto a eso, el nombre del funcionario Emilio Odebrecht se hizo famoso por su estrategia de repartir dinero a diferentes funcionarios del continente, a cambio de contratos muy jugosos para su empresa constructora. Entre los países involucrados está Brasil, por supuesto, pero también Argentina, Ecuador, Colombia, Venezuela, Panamá y México, además de Angola y Mozambique en África. Brasil se convirtió en el único país en el mundo donde la corrupción llegó a ser un producto de exportación.

Pero la última jugada de la estela de corrupción en el país no termina de pasar, y se refiere al reciente proceso electoral y sus secuelas. La puesta en marcha es una jugada política que implica a un juez implacable, llamado Sergio Moro -que aparece en la foto-, al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva y al actual presidente de la nación, el recién electo Jair Bolsonaro. Como es sabido, el juez Sergio Moro se encargó de poner fuera del combate electoral al expresidente Lula da Silva, acusándolo de corrupción y metiéndolo a la cárcel desde el mes de abril del año pasado. Después del proceso electoral, Bolsonaro premió al juez Sergio Moro nombrándolo Ministro de Justicia y Ciudadanía. Y desde ahí ha cuidado las espaldas de Bolsonaro, cuyo gobierno ya ha sido acusado de corrupción y ya cobró a su primera víctima: Gustavo Bebianno, Ministro de la Secretaría General de la Presidencia.

El pueblo de Brasil se pregunta qué tipo de justicia es la que procura el nuevo gobierno. Y no tiene que indagar mucho. Basta ver que el expresidente Michel Temer no pisó la cárcel a pesar de múltiples acusaciones, y que los implicados en el caso Odebrecht -Marcelo Odebrecht, Antonio Palocci y Joao Santana- salieron de prisión y, sin renunciar a sus ganancias ilícitas, están cumpliendo sus condenas en arresto domiciliario.

Mientras tanto, Lula da Silva sigue tras las rejas, según su documentación, «por actos de oficio indeterminados». Aquí la justicia tiene partido.

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