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El fanatismo y la muerte

El último ataque terrorista en suelo europeo, que dejó 22 niños y adolescentes muertos en el concierto de Ariana Grande en Manchester, es un eslabón más en la cadena de ataques perpetrados por los seguidores del Estado Islámico, que ha resultado sumamente eficaz en sus labores de   adoctrinamiento y reclutamiento de atacantes suicidas.

Muchos de los terroristas que han llevado a cabo estos actos abominables siguen un patrón relativamente uniforme. Se trata de individuos de origen árabe que viven o nacieron en naciones occidentales, que no se integraron plenamente a las costumbres en sus países de residencia, y que en un momento determinado se dejaron llevar por la propaganda del Estado Islámico para  sumergirse en el fanatismo religioso, atacar multitudes en el contexto de la guerra santa, inmolarse en actos sangrientos y suicidas, y terminar con sus vidas arrasando las de los otros. Algunos de ellos hicieron viajes a los países árabes para entrar en contacto con los militantes que los adoctrinan. Otros, de manera más práctica, simplemente siguieron las indicaciones en Internet para elaborar bombas y ponerlas en lugares adecuados.

Los ataques perpetrados constituyen una larga fila. Los más recientes utilizaron vehículos para matar más gente. Por ejemplo, el ataque de Niza el pasado 14 de julio, donde se celebraba la toma de la Bastilla en la revolución francesa. El chofer de una troca asesinó a 84 asistentes a los festejos. Otro fue el ataque del conductor de un vehículo en un mercado navideño de Berlín, donde murieron 12 personas. Y otro más fue el chofer de una camioneta que atropelló a mató a 4 turistas en el Puente de Westminster, frente al Parlamento inglés.

En el Reino Unido, después del ataque de Manchester, el ejército va a patrullar las calles en todos los eventos donde haya multitudes. Estadios, Salas de Conciertos, Centros Comerciales.

Pero la realidad es que resulta muy difícil prevenir los actos terroristas. Aunque en ocasiones se trata de redes bien armadas, con grupos que están coordinados, muchas veces se trata de almas solitarias que buscan una redención de pólvora y fuego.

En la lucha contra el terrorismo, los terroristas siempre llevan la delantera.

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