Un joven compra una pistola apenas llega a la edad en la que se permite tener armas, prueba su nueva adquisición de manera inmediata, y la lista de víctimas en Estados Unidos sigue creciendo. Eso ya no es noticia. Al menos 69 personas han perdido la vida en las primeras semanas de 2023 en tiroteos por todo el país, entre ellos dos en California, que sucedieron con unos días de distancia. El día de Año Nuevo fue recibido a balazos en diferentes lugares. Un tiroteo masivo se llevó a cabo cerca de un centro juvenil en Allentown, Pensilvania, y otro en el restaurante Subway en Durham, Carolina de Norte. Otro tuvo lugar detrás de una cervecería en Oklahoma City y uno más en un club de strip-tease afuera de Columbus, Ohio. Dos tiroteos masivos pusieron fin a fiestas en distintas ciudades de Florida.

Estados Unidos parece un país en guerra, y de alguna manera lo es. Mientras no cambie la visión profundamente arraigada de que el derecho a portar armas es uno de los derechos fundamentales del hombre -como la libertad de expresión y el derecho a reunirse-, las balaceras y los muertos van a continuar.

Pobre país.

Poco importa que sea el país más rico del mundo.