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Esclavos en Londres

A pesar de todos los esfuerzos históricos que se han llevado a cabo para acabar con la esclavitud, esa plaga está muy lejos de haber desaparecido. En el Reino Unido, y particularmente en Londres, su extensión es de tal magnitud que el gobierno estableció una dependencia exclusiva para luchar contra la esclavitud. Se llama la Comisión Independiente con la Esclavitud, y está a cargo de Kevin Hyland, un abogado de la policía de Londres especializado en la lucha contra el tráfico de personas.

Cualquiera podría pensar que la esclavitud se encuentra vinculada a la pobreza, y particularmente a la pobreza de los emigrantes que llegaron al Reino Unido expulsados por la violencia y las guerras de los países árabes. Pero esto no es del todo cierto. Las estadísticas señalan que los y las jóvenes que ahora llenan las cloacas de la moderna esclavitud provienen básicamente de tres países: Albania, Vietnam y… el Reino Unido.

Hay tres fenómenos que explican y coinciden fatalmente en la moderna esclavitud. Primero, el desdén y la indiferencia que muestran muchos padres hacia sus hijos, y en especial hacia su educación. Segundo, el acceso ilimitado a cualquier tipo de páginas en Internet, y tercero, los anzuelos que ponen las bandas de narcotraficantes para los jóvenes en la web.

Según el Comisionado, la falta de compromiso de los padres hacia el crecimiento y la educación de sus hijos -independientemente del nivel económico y social de las familias- es la causa principal del problema. Los padres están más preocupados en lidiar con sus propios asuntos que con los problemas de sus hijos. Creen que con proporcionarles comida, vivienda y escuela todos los problemas se resuelven. Además, desde que existe el Internet, ya no tienen que contratar personas que los cuiden. Las modernas computadoras cumplen esa tarea.

Al sentir la falta de atención y afecto, los y las jóvenes se zambullen en las páginas de Internet, hasta que ahí encuentran la consideración que requieren. Una investigación oficial rastreó el caso de una joven de 14 años que fue contactada por un sujeto cautivador que resultó ser un miembro de un grupo de narcotraficantes. Inicialmente invitó a la joven a comer en sus lugares preferidos, la colmó de regalos y le ofreció un empleo. Un buen sueldo, también. Tenía que llevar cocaína y heroína desde el centro de Londres -en la estación Victora del Metro- hasta Eastbourne, a tres horas de camino.

La joven aceptó el trabajo y lo cumplió con esmero, hasta que un día otro miembro del grupo la contactó para decirle que la policía la estaba buscando, y que tenía que protegerla. Así la llevó hasta un edificio en contrucción que era la guarida clandestina del grupo, y que funcionaba como la prisión de los esclavos. Ahí violaban a las jóvenes, las amenazaban con entregarlas a la policía si no cumplían sus mandatos, y las golpeaban constantemente. Y los mandatos eran entregar la misma droga, pero ahora sin paga. Recibiendo comida y techo en condiciones infrahumanas. Todos ahí viven como los esclavos de antaño, en condiciones infrahumanas, esperando el peor de los desenlaces.

Hasta que un día,  pensando que cualquier tipo de vida sería mejor que la que vivía, la joven escapó y denuncíó el secuestro y la esclavitud ante la policía. Logró la liberrtad, pero los narcotraficantes huyeron con todo y sus esclavos.

Las autoridades están ahora más preocupadas. Las causas de la moderna esclavitud persisten. Y las consecuencias también.

(Información de la BBC)

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