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Inutilidad de la guerra

El diario The New York Times realizó un encuentro poco usual y fantástico: un soldado marine norteamericano y un miembro de los comandos talibanes se reencontraron en un pequeño pueblo polvoriento llamado Marja, al sur de Afganistán, donde once años atrás combatieron frente a frente y trataron de liquidarse mutuamente.

El soldado norteamericano, como se narra, fue a luchar por la libertad y los valores de la democracia en un territorio inhóspito, y en una guerra que solo comprendían sus superiores. El soldado talibán peleaba porque su tierra había sino invadida por los miembros del imperialismo norteamericano, tal y como lo habían hecho a lo largo de un siglo en una hilera casi interminable de países.

Ambos personajes recordaron bien la mañana del 13 de febrero de 2010 en la provincia de Helmand, el lugar en el que combatieron. Tenían más o menos la misma edad: 22 años. Y hacía mucho frío.

Mullah Abdul Rahim Gulab -el soldado afgano, en la fotografía- formaba parte de un grupo de combatientes talibanes que intentaban defender ese distrito de los miles de efectivos estadounidenses, enviados para capturar lo que en ese momento era un importante bastión talibán.

Aunque Gulab no lo sabía cuando se conocieron en días recientes, Thomas Gibbons-Neff pertenecía a la compañía de marines que sus combatientes atacaron durante esa mañana invernal de hace tantos años.

Tras la victoria de los insurgentes lograda luego de 20 años de guerra, Gulab, que ahora es un comandante de alto rango, estaba sentado frente a Gibbons-Neff en el cuartel de gobierno de Marja, un desvencijado edificio que los estadounidenses renovaron hace años. El norteamericano era su invitado, junto con dos reporteros de The New York Times. Gibbons le dijo a Gulab que la lucha por Marja había sido importante para Estados Unidos, y que la mayoría de las personas solo habían escuchado una versión de la batalla. Pero que no conocían la perspectiva de los talibanes, y por eso había ido a entrevistarlo.

La Operación Moshtarak, como llamó el ejército de Estados Unidos al intento de 2010 de capturar el distrito, fue el primer aumento de tropas enviadas por el presidente Barack Obama, que después de un copioso derramamiento de sangre de ambos bandos de la guerra fracasó estrepitosamente.

“Los cielos de Marja estaban llenos de helicópteros que dejaban soldados estadounidenses en distintas zonas”, dijo Gulab en el encuentro.

Muchos años más tuvieron que pasar para que la guerra se acabara. Las últimas tropas estadounidenses abandonaron Afganistán en agosto del año pasado.

El edificio de dos pisos que alguna vez utilizaron los norteamericanos como centro de comando, donde los amigos del autor fueron heridos ese día de febrero, ahora era una clínica de parteras.

Muchas cosas siguen igual: el calor, las tormentas de arena, la sensación de vacío.

Según Gibbons, el cambio más grande es que ya no se escuchan los balazos.

Es un cambio importante, sin duda.

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