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La construcción de la transparencia

imagesF22S8S9APor Jacqueline Peschard

Este es el siglo de la transparencia en México. Desde la aparición de la Ley Federal de Acceso a la Transparencia y Acceso  a la Información en 2002, la transparencia se impuso como meta y ejemplo a seguir en todas las dependencias de la administración pública.  La Ley le dio vida al Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI), y desde entonces esta institución se ha visto como una conquista de todos los mexicanos.

En México hemos construido, con trabajo y perseverancia, una democracia electoral que resulta ejemplar en muchos sentidos. Lo que nos corresponde ahora, y en eso las tareas del IFAI son fundamentales, es avanzar en el derecho a la información de los ciudadanos,  la transparencia de la administración pública y la rendición de cuentas de los gobiernos. La transparencia es un elemento imprescindible de la democracia, y una condición esencial para que la sociedad participe en los asuntos del Estado. Y para ello, el Estado debe ser una entidad transparente, expuesta al escrutinio público; es decir, en palabras llanas, que sus funcionarios estén obligados a informar sobre sus actividades y a decir la verdad a los ciudadanos.

Se trata de crear una cultura de la transparencia, un sistema de usos y costumbres donde los ciudadanos se habitúen a estar informados de las labores del gobierno, y donde las dependencias públicas asuman la transparencia como una parte cotidiana de su propio desempeño. Nuestra aspiración es construir, entre todos, gobiernos abiertos.

Es hasta cierto punto natural que en la tarea de crear una nueva cultura siempre se presenten resistencias. Aún nos falta un mayor conocimiento por parte de la población sobre su derecho de acceso a la información. Y nos falta también crear una conciencia sólida en las dependencias gubernamentales sobre los beneficios que acarrea la transparencia. Hemos encontrado servidores públicos que no ven a la transparencia como una herramienta para dotar a sus actividades de mayor eficacia, legitimidad y aceptación pública, sino como una carga adicional y molesta para sus funciones sustantivas.

Desde este enfoque, hay un factor que tiene un peso enorme en el proceso de conversión de las dependencias en entidades abiertas: las características del líder que encabeza a la institución. Como se trata de un proceso que no se ha institucionalizado aún, la visión del liderazgo es definitiva. Si la cabeza de la dependencia concibe a la transparencia como un valor democrático que reditúa en beneficio de la población y del Estado, las posibilidades de que la dependencia se abra a la transparencia se multiplican. Pero los casos contrarios, lamentablemente, no sólo también existen, sino que son muchos.

Hay otro tema que, además de constituir una inercia propia de la falta de información, es una falla instrumental que debe subsanarse para poder acceder a la transparencia gubernamental. Es el tema de los archivos. Algunas dependencias han empezado a contratar gente para que ordenen bien sus archivos, con el fin de contar con información disponible. Pero es preciso aplicar puntualmente la Ley Federal de Archivos, para que éstos cobren su verdadera importancia dentro de la gestión pública. La Ley establece  cuáles son los principios que guían el ordenamiento, así como el mantenimiento y el acceso a los documentos. La información debe estar clasificada, en orden y a la disposición de la ciudadanía.

Desde el inicio de sus actividades, el IFAI trabajó intensamente para establecer vínculos de colaboración con aliados estratégicos, sobre todo en la academia y las organizaciones sociales. Gracias a ello, el tema de la transparencia ocupa un lugar central en la agenda pública del país. Pero no sólo eso. Los ciudadanos están siendo cada vez más activos y exigentes al ejercer su derecho a la información y a la rendición de cuentas de los gobiernos.

Las solicitudes de información han crecido  notablemente con el paso del tiempo, y en la actualidad se han diversificado. La mayoría de ellas se refieren a los recursos públicos, porque la gente quiere saber cómo se gastan los recursos que les pertenecen. Hay también un gran interés por las licitaciones, sobre todo si se refieren a grandes montos.

Aunque la ley no obliga a los solicitantes de información a identificarse, más de la mitad lo ha hecho de manera voluntaria, y gracias a esos ciudadanos sabemos que muchos son académicos que usan la información para trabajos de investigación; otros son empresarios medianos que requieren información para planear sus inversiones; hay también funcionarios que prefieren recurrir al IFAI porque si piden la información directamente a otras dependencias el proceso es más tardado; y ahora acuden mucho los periodistas, que han encontrado en el IFAI una cantera de información para sus artículos, notas y reportajes. La prensa es el segmento que nos surte con mayores recursos de revisión. En conjunto, y a pesar de que necesitamos mucha mayor difusión para darnos a conocer entre la población, la sociedad mexicana se vuelve cada vez más demandante, y se acerca a la institución encontrando en ella un aliado para ejercer sus derechos.

En otro flanco de actividades, el IFAI ha tenido una fuerte presencia a nivel internacional. En 2010, a instancias de la Organización de Estados Americanos, el Instituto participó en la redacción de la Ley Modelo de Transparencia de la OEA, un referente obligado para la elaboración de leyes americanas en la materia. En 2011, formó parte del grupo de países que integraron la Alianza para el Gobierno Abierto, y logró que el gobierno federal se sumara a la iniciativa. A finales del año pasado, el nuevo gobierno propuso ampliar los alcances y las facultades del Instituto para fortalecerlo como  instancia promotora de la transparencia en los tres órdenes de gobierno.

En conclusión, la transparencia es un proceso en marcha. La aportación de la transparencia al desarrollo de la democracia en México es un proceso evidente, y se manifiesta en el interés de la población de tener acceso a la información gubernamental para exigir de sus representantes buenas cuentas. Hoy sabemos que la transparencia es el mejor síntoma de que el gobierno goza de buena salud.

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