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La peregrinación más grande

Cada seis años se lleva a cabo. Es una peregrinación colosal, la más grande sobe la Tierra. Un río caudaloso de fieles, llamado Kumbhamela, cuyo destino es la ciudad de Allahabad -ahora rebautizda como Prayagraj-, se deja caer en la confluencia de los ríos sagrados, el Ganges y el Yamuna. Es un espectáculo impresionante, porque la ciudad no tiene más de 1.5 millones de habitantes, y a la enorme confluencia de los ríos llega, entre los meses de enero y marzo, una multitud calculada en 150 millones de personas.

Es un ritual milenario para expiar las culpas. Muchos de los devotos han renunciado a todas sus pertenencias materiales, incluyendo la ropa. Las imágenes de santos desnudos con los brazos en alto orando hacia el firmamento han sido comunes a lo largo de los años. Lo nuevo este año es el uso político de la peregrinación. La movilización gigantesca ha coincidido con la elección nacional, y el gobierno no ha descartado la ocasión para hacer campaña. El primer ministro Narenda Modi, cuyo partido es un fiel defensor de las creencias hindúes nacionalistas, le inyectó al festival que se mueve al compás de la peregrinación un apoyo nada desdeñable de 600 millones de dólares, tres veces más de lo que se invirtió en 2013,

Con esos recursos, se han mejorado los transportes, se han levantado tiendas de lujo separadas de las multitudes, se han regado puestos de venta de ropa y se han establecido 120 mil baños para los peregrinos. Hay espacios con luz eléctrica. Incluso una feria con juegos infantiles, como los carritos chocones. La propaganda gubernamental atrajo fieles que estaban en países lejanos, como China y Japón. Y los turistas se multiplicaron.

Esta nueva tendencia, aunque resulta minoritaria y esporádica entre la multitud, no gusta a muchos. Sobre todo a los ancianos. La religión no es algo que debe combinarse con la modernidad, y mucho menos con la política y el capitalismo. Naga Baba Prayagrajgiri, uno de los hombres santos de la marcha, reprueba los cambios agitando su barba blanca y encorvando aún más su cuerpo desnudo y esquelético. «Este año califico la peregrinación con un cero», dijo, y se hundió en las aguas de sus meditaciones.

(Información de The New York Times)

 

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