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La salud en peligro

La política proteccionista de Donald Trump puede poner la salud de todo el mundo en peligro. Eso lo dice Miguel Félix Díaz, vicepresidente del Cluster de Productos Médicos de las Californias, un puñado de fábricas de Tijuana donde se elaboran prácticamente todos los marcapasos que se consumen en el mundo.

Hace varias décadas, el lugar donde se asienta la ciudad de Tijuana fue visto como un refugio para el consumo de alcohol, cuando en Estados Unidos operaba la prohibición de la Ley Volstead. Muchos años después la ciudad se convirtió en un centro maquilador de ropa, y con la firma del Tratado de Libre Comercio las viejas maquiladoras se transformaron en fábricas. Y en ese contexto, las principales firmas de aparatos y dispositivos para la salud de Estados Unidos se trasladaron a Tijuana para aprovechar la cercanía y los bajos salarios.

Con el tiempo las primeras fábricas atrajeron a sus congéneres, y en Tijuana se formó una colonia de producción de dispositivos médicos que está vinculada a proveedores y clientes de todo el mundo. En ella laboran aproximadamente 60 mil trabajadores mexicanos. En este campo, como en muchos otros, la red internacional es muy compleja. Los hospitales estadounidenses dependen de las vendas y guantes quirúrgicos de China, las agujas de sutura y prótesis articulares de Irlanda y los catéteres y aparatos contra los infartos de México. Es una maquinaria muy pujante. En total, las importaciones anuales de dispositivos médicos en Estados Unidos tuvieron un incremento de más del triple de 2001 a 2016, cuando alcanzaron los 43,9 mil millones de dólares.

Si bien el abismo salarial que existe entre México y Estados Unidos no se puede combatir desde los centros de producción, la colonia de fabricantes de Tijuana representa un punto intermedio en donde los trabajadores mexicanos no llegan a ganar los sueldos que ganarían en Estados Unidos, pero sí obtienen mucho más de lo que ganarían en otras partes de México. Una nueva generación de ingenieros y técnicos mexicanos calificados que elaboran dispositivos ortopédicos, equipo quirúrgico y catéteres, por ejemplo, tiene un salario promedio de 14 dólares por hora, mientras en Estados Unidos sus pares obtienen 25 dólares por hora. En México, un técnico en radiología -que sería el equivalente- gana 3 dólares por hora.

Lo que Trump propone sería la desintegración de la cadena, con el incremento de aranceles fronterizos. De esa forma, los fabricantes de Tijuana tendrían que pagar más por las piezas de los proveedores, y a su vez incrementarían sus precios. Los catéteres serían más caros para los hospitales, y éstos a su vez incrementarían los precios a los consumidores. En México, el Instituto Nacional de Cardiología no podría soportar los incrementos.

Además, la propuesta de Trump es inviable, porque las fábricas de Tijuana no se regresarían a Estados Unidos para crear fuentes de empleo. El único resultado sería una guerra comercial donde todos perderían. La salud, sobre todo.

(Inofrmación de en The New York Times)

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