Los suicidas llenan las páginas de los diarios hoy en día. Tal vez el más famoso haya sido … el copiloto que llevó a la muerte a 147 pasajeros al estrellar el avvión de Germanwings en Los Alpes de Francia. Pero hay muchos otros.
Un imán muy atractivo para los suicidas es el fanatismo del Estado Islámico. A través de su doctrina destructiva, sus mensajes incendiarios y sus videos vengativos y sangrientos, este grupo terrorista ha sabido no solamente hacerse publicidad viral y gratuita en los cinco continentes, sino también atraerse a los jóvenes inconformes, extremistas y resentidos del mundo occidental.
El fenómeno cobró visibilidad cuando se supo que el verdugo decapitador de los paganos occidentales era un estudiante de la zona de Greenwich en Londres, y se difundió con mayor preocupación cunado fueron apareciendo cada vez más jóvenes que simpatizaban con los terroristas y querían seguirlos desde sus suburbios en Francia, Estados Unidos, España y el Reino Unido. El caso más reciente fue el de John T. Booker, un joven de Kansas con 20 años de edad, que estaba planeando un ataque suicida contra la base militar de Fort Riley, cerca de su domicilio.
Pero no es el único caso. Recientemente un joven de Winsconsin fue detenido por su intención de unirse al Estado Islámico, y en Queens, Nueva York, dos mujeres fueron arrestadas por conspirar un ataque semajante al del maratón de Boston.
¿Qué resolte mueve a los jóvenes a inmolarse en aras de un grupo fanático del islamismo, que aparentemente no tiene nada que ver con las condiciones de su cultura? Es un tema de estudio para los sicólogos y sociólogos de nuestro tiempo.