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¿Volverá a temblar?

Mientras que los huracanes son fenómenos predecibles, que se pueden observar desde las alturas, los sismos son movimientos impredecibles. Se sabe que existen grandes franjas de la Tierra que se encuentran sobre las placas tectónicas que se deslizan entre ellas periódicamente, y que las zonas de los sismos están bien delimitadas; pero no sabemos el momento preciso en el que va a temblar.

Un grupo de sismólogos mexicanos busca la implementación de una red de sensores sísmicos bajo el agua en la costa del Pacífico en un área sísmica activa conocida como la Brecha de Guerrero, y que seguirá la deformación del suelo marino y los llamados sismos silenciosos para poder alertar con tiempo de sus movimientos.

Para hacerlo, los investigadores instalarán sensores y tomarán mediciones preliminares a finales de este año. Y durante los siguientes cuatro años, un grupo de más de 50 científicos de Japón y México recabarán datos, crearán modelos computacionales de sismos y tsunamis, y generarán mapas de áreas costeras cerca de la brecha para tratar de poder predecir los siguientes movimientos.

Los investigadores de ambos países ubican en las placas de Guerrero -conocidas como la Placa de Cocos y la de Norteamérica- el foco del tsunami y el terremoto de magnitud de 9 grados que sacudió a Japón en 2011, y que sorprendió a los científicos a pesar de la sofisticada red sísmica de ese país.

En México, un investigador de la UAM llamado Delfino Hernández Láscares está alertando desde hace un lustro sobre la posibilidad de liberación de energía de estas placas, lo cual podría provocar un fuerte sismo de un momento a otro; sin embargo, no existe certeza sobre los lugares donde podría encontrarse el epicentro de los movimientos. Puede ser en las costas de Michoacán, que produjeron el temblor de 1985; o en las de Guerrero, cuya zona de influencia se ha extendido hasta Japón; o en tierra firme, en el estado de Puebla, donde se produjo el último sismo del pasado 19 de septiembre.

Por lo pronto, lo único cierto es que seguirá temblando. Y la instalación de sensores en la costa de Guerrero nos podrá alertar en el futuro de la proximidad de los movimientos. Pero existen otras zonas de posibles epicentros, y el avance de la ciencia no camina aún tan rápido como los movimientos de la Tierra.

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