En ese libro de la investigadora Guadalupe Correa Cabrera, profesora de la Universidad de Texas, se afirma con datos sólidos que el grupo delincuencial de los Zetas tiene un comportamiento empresarial que lo acerca a las actividades de las grandes trasnacionales. Originalmente, el grupo fue un desprendimiento del ejército, un conjunto de sicarios conocidos por su brutalidad, pero que fue ramificando sus actividades hacia el contrabando, los secuestros, la extorsión llamada derecho de piso y la piratería de música y películas. En ese contexto, una de las fuentes más importantes de recursos para este grupo fue la extracción y venta de petróleo crudo, de gas y de gasolina. Para ello, se valió del uso de empresas fachada que aprovecharon la apertura del sector energético, del contubernio con autoridades de Pemex y de la organización de ciertas comunidades para crear redes de huachicoleo. En este contexto, los Zetas cuentan con filas de pipas que viajan a la frontera y ductos instalados para vender un producto refinado de alta calidad a las empresas petroleras de Estados Unidos.
Por su parte, Rubén Salazar. director de la consultoría de riesgos llamada Etellekt, sostiene que son ocho los cárteles de la droga que lideran en el robo de combustibles a los ductos de Pemex: CJNG, los Zetas, el Cártel del Golfo, el Cártel de los Beltrán Leyva, el Cártel de Sinaloa, la Familia Michoacana, los Caballeros Templarios y Cártel de Juárez, mientras una pequeña parte de las tomas clandestinas, un poco más de 5%, se atribuyen a bandas delictivas más pequeñas, surgidas de las propias comunidades.
De acuerdo a otra fuente, llamada “Robo de petróleo: modalidades globales, tendencias y remedios” del Atlantic Council, en el 2017, las empresas estadounidenses han participado también en la compra de combustible robado.
“El combustible robado se mueve a través de la frontera con Estados Unidos, con frecuencia en camiones cisterna que utilizan documentación falsa y es vendido a precios por debajo del mercado. Las empresas estadounidenses han sido cómplices en el contrabando de combustible mexicano”, señala el reporte.
Por eso el combate al robo de combustibles es, en el fondo, un combate al narcotráfico y grupos pequeños del crimen organizado. Y en este sentido, tarde o temprano, el gobierno tendrá que actuar contra las demás fuentes de recursos del narco: el cultivo de la amapola y los laboratorios de metanfetaminas. Y en este frente tendrá que contar con la intervención decidida de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda y, por supuesto, con las fuerzas armadas. Solo así, lo hemos visto, la guerra contra el narco tiene visos de salida.