Resultan demasiadas cifras para un solo hombre. Pero así es. Haciéndose pasar por médico ginecólogo, Lawrence G. Nassar abusó de 150 víctimas en su consultorio, y alcanzó una pena de 175 años en prisión. Para desgracia de las víctimas, Nassar era el médico de las gimnastas olímpicas de Estados Unidos, y decenas de ellas pasaron por sus manos para ser degradadas por alguien que era reconocido como especialista.
Durante 7 días de reconocimiento, dolor y rabia en un tribunal de Michigan, decenas de jóvenes testigos declararon sus amargas experiencias a manos de un hombre sin escrúpulos que se decía experto en el tema de la salud, la sexualidad y el deporte. La mayoría de ellas eran gimnastas olímpicas. Pero no todas. Había también bailarinas, corredoras y competidoras de remo. Otras eran jugadoras de softbol, futbol soccer y volibol. Una nadadora. Y otra patinadora sobre hielo. Blancas y negras. Y lo más indignante fue que se presentaron jóvenes que fueron víctimas de Nassar cuando eran niñas pequeñas. Una familia dio su testimonio del abuso que sufrió su hija de 6 años.
Otros testimonios fueron igualmente atroces y reveladores. Para muchas de las gimnastas, el abuso sexual de Nassar formaba parte de las pruebas que había que pasar para cumplir sus sueños. McKayla Maroney, ganadora de dos medallas olímpicas, confesó que «las cosas que tuvo que soportar en las inspecciones de Nassar eran parte de los sufrimientos para alcanzar los Juegos Olímpicos y las medallas.»
Finalmente, se hizo justicia. Nassar pasará en prisión el resto de sus días. Le quedan más años de prisión que el número de mujeres que dañó. 175 por 150.