Después de que el reloj se estableció como una maquinaria infalible para medir el paso del tiempo, su uso se perfeccionó para ofrecerse como regalo, y su valor se fue incrementando de acuerdo a la ocasión y los materiales de su confección. El reloj se ha usado como símbolo de pertenencia a los estratos más elevados de la jerarquía social. Los relojes más caros se comparan con las plumas más finas para escribir, la ropa y los zapatos más codiciados, los automóviles de lujo, los muebles de las mansiones donde viven los multimillonarios.
Los relojes más caros en la actualidad son los de las marcas Rolex, Jaeger LeCoultre, los clasicos de IWC, las excentricidades de Ulysse Nardin, toda la línea de Omega, los Grand Seiko -que se ufanan de ser perfectos-, o los movimientos mecánicos bien terminados y finos como los de L.U. Chopard. La gente con mucho dinero se enamora de estos artefactos.
El reloj más caro a la venta existente es el modelo Graff Diamonds Hallucination, un reloj que incorpora una variedad de diamantes de colores de distintas formas, y que tiene un precio de venta de 55 millones de dólares.
Desde otro punto de vista, el reloj puede ser visto como símbolo de corrupción y desigualdad social. Un solo reloj, visto en perspectiva, vale el esfuerzo de varias organizaciones que luchan para implementar sus programas de educación y salud.