Es inevitable: la edición 24 de los Juegos Olímpicos de Invierno -que se llevarán a cabo en China- estará marcada por la presencia del Covid en el mundo. Los Juegos reunirán a más de 3 mil atletas, y el gobierno de Pekín teme que el evento se convierta en una masiva propagación de la pandemia.
Los Juegos darán inicio el próximo 4 de febrero, y a todos los deportistas y entrenadores se les exigiría estar vacunados; los que queden exentos de la inmunización por instrucciones médicas deberán estar en cuarentena 21 días después de ingresar al país. Incluso los vacunados tendrán que presentar dos pruebas negativas. Los participantes se deben realizar pruebas de covid diarias y tendrán que vivir en instalaciones aisladas para evitar la propagación del virus a la población local.
Estas medidas extremas se apegan a la política “cero covid” aplicada en China. El presidente Xi Jinping y su gobierno piensan que el país puede quedar aislado hasta que el virus se erradique en todo el mundo.
Otros países pueden servir como modelo para que China ponga en marcha acciones similares. Dinamarca, Alemania y algunos otros países europeos, así como Australia, han logrado una inmunidad sólida sin sufrir una tasa de muertes semejante a la de Estados Unidos. Estas naciones aplicaron vacunas eficaces, tomaron decisiones más atinadas en cuanto a tiempos y lugares para imponer confinamientos y protegieron a los más vulnerables, como los adultos mayores. En muchos países se dieron contagios en las comunidades remotas, pero eso era inevitable aun con cierres más prolongados o estrictos, y eso permitió que esos países desarrollaran inmunidad.
Lo que hay que hacer -nos lo dice la experiencia reciente- es acostumbrarnos a que el Covid llegó para quedarse, y que lo más conveniente es acostumbrarnos a las medidas conocidas para evitarlo.