A medida que avanzan las investigaciones históricas en todos los terrenos, el pasado revela que la iglesia católica ha sido partícipe de actos de violación, esclavitud y venganza contra diferentes grupos y personas.
El año pasado, los jesuitas prometieron recaudar 100 millones de dólares para expiar su participación en el tráfico de esclavos en Estados Unidos. En ese momento, algunos historiadores y líderes de la Iglesia dijeron que sería el esfuerzo más grande por parte de la Iglesia católica romana para redimirse por la compra, venta y esclavitud de personas negras en Estados Unidos.
Pero ya pasaron 16 meses y el dinero llega a cuentagotas.
El padre jesuita que está a cargo de la labor de recaudación dijo que su esperanza era que, para estas fechas, su orden ya hubiera garantizado varias donaciones multimillonarias, además de una inversión inicial de 15 millones de dólares de parte de la misma orden. Pero solo han llegado unos 180.000 dólares en donaciones pequeñas al fideicomiso que los jesuitas crearon con un grupo de descendientes cuyos ancestros fueron esclavizados por varios sacerdotes católicos.
Este retraso solo ha añadido un nuevo cargamento de hipocresía a las declaraciones y amor y reconciliación de la iglesia católica.
“Se ha hecho evidente para todos los que ven más allá de las palabras que los jesuitas no cumplen lo que dicen”, escribió Joseph M. Stewart, presidente de la Fundación de la Verdad y la Reconciliación de los Descendientes, en su carta al padre Arturo Sosa, superior general de los jesuitas.
En esa misma carta, Stewart advirtió que los “reacios” dentro de la orden mantenían la postura de que “ellos nunca esclavizaron a nadie y, por tanto, no le ‘deben’ nada a nadie”.
Una prueba más de que la iglesia católica, a pesar de la lucha que libra Francisco -el Papa jesuita-, para revivir los valores originales de la caridad, la compasión y el amor al prójimo, se cierra en el claustro de la avaricia y la indiferencia.