De no ser por el Mundial de Futbol que se inicia hoy, pocos ojos del mundo estarían puestos sobre Qatar.
Qatar es un Estado soberano del mundo árabe, ubicado en el oeste de Asia, y ocupa la pequeña península del mismo nombre en el oriente de la península arábiga. Su única frontera terrestre se ubica por el sur con Arabia Saudita, y el resto del territorio está rodeado por las aguas del Golfo Pérsico. Un estrecho de agua separa esta península del estado insular de Baréin.
Qatar es una nación que combina un esquema político anacrónico con un desarrollo económico muy pujante. Su gobierno es una monarquía absoluta que ha sido gobernada por una sola familia -la familia Al Thani- desde mediados del siglo XIX. Pero su economía se ha desarrollado rápidamente. Antes del descubrimiento de petróleo en su territorio, el país era famoso por la recolección de perlas y por su comercio marítimo. Qatar fue un protectorado británico hasta que ganó su independencia en 1971. En 1995, un jeque (o Jefe de cierto territorio) se convirtió en Emir (o Príncipe) después de deponer a su padre en un golpe de Estado pacífico. Desde 2013, el Emir catarí es su hijo, que accedió al cargo tras la abdicación de su padre.
Qatar posee la tercera mayor reserva mundial de gas natural, lo que ha convertido al pequeño emirato en el país con mayor renta per cápita del planeta, y lo ha llevado a alcanzar el segundo índice de desarrollo humano más alto del mundo árabe (por detrás de los Emiratos Árabes Unidos). Su economía es reconocida como de altos ingresos por el Banco Mundial, y también figura en el puesto 29 como país más pacífico a nivel global.
Hasta 2016, los trabajadores migrantes estaban sujetos a la «kafala». Esto puede ser similar a una sujeción en la que el empleado no tiene derechos, estando bajo la supervisión de un «padrino», que es generalmente su empleador. La cobertura mediática internacional de las duras condiciones de trabajo en las obras de construcción, especialmente en los estadios que se construyeron para la Copa del Mundo de Futbol, llevó al Emirato a emprender algunas reformas. La «kafala» fue oficialmente abolida, y está prohibida la continuación del trabajo cuando la temperatura supere los cuarenta grados. Sin embargo, los sindicatos siguen estando prohibidos, el Ministerio de Trabajo tiene pocos inspectores para hacer cumplir la ley, y las sanciones (una multa de 400 euros) no son muy estrictas. Los empleados difícilmente pueden arriesgarse a llevar sus casos a los tribunales; una trabajadora doméstica que denunciara un abuso, podría ser deportada fácilmente.
El abogado egipcio Adnan Fayçal señala que «Qatar, al igual que sus vecinos, es más sensible a las leyes del mundo anglosajón. El Estado es un simple árbitro, un regulador de las relaciones dentro de la empresa. En ausencia de sindicatos, que están prohibidos, es un paraíso para los empresarios.»
Además, siguiendo la tradición de los países árabes, las mujeres están sujetas a la voluntad de los hombres.
A pesar de sus disparidades y sus injusticias, las posibilidades de que el Mundial de Futbol de Qatar se desarrollen de manera normal y pacífica son muy altas.
Fotografía: Correo del Golfo