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Una madre que no muere

Se fue de este mundo Hebe María Pastor de Bonafini (en la fotografía), la fundadora de las Madres de la Plaza de Mayo, un movimiento de madres de hijos desaparecidos por las dictaduras que gobernaron a Argentina en las últimas décadas del siglo pasado.

Antes de ser Hebe -la diosa griega de la juventud-, María Pastor había sido una sencilla ama de casa, casada y con tres hijos, a quienes logró darles la educación universitaria que ella no pudo tener. Vivían en la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires.

Su vida se transformó con el golpe militar de 1977, cuando las fuerzas armadas de su país secuestraron a su hijo mayor Jorge, de 26 años, un maestro militante del Partido Comunista Marxista Leninista. Entonces comenzó una búsqueda incansable por hospitales, comisarías e iglesias, donde encontró a más madres como ella que pronto se organizaron para unir su único reclamo: que les entregaran a sus hijos.

Hebe de Bonafini, presidenta y fundadora de las Madres de la Plaza de Mayo, fue vista siempre como un “faro” para las nuevas generaciones de Argentina: una luchadora incansable, irreverente, siempre viva, imprescindible. Era una referente no solo nacional sino internacional en la lucha por los derechos humanos y la militancia política.

Dedicó más de la mitad de su vida a buscar a sus hijos e hijas desaparecidos durante la última dictadura militar. Todos los jueves a las 15:30 horas, durante 45 años, realizó “rondas” en la Plaza de Mayo para exigir su aparición con vida.

Hebe inspiró a otros movimientos, impulsó otras agrupaciones y respaldó todas las luchas en favor de los llamados “ninguneados“. Si bien su muerte el pasado domingo 20 de noviembre a los 93 años ha enlutado al país latinoamericano, ella permanecerá como una luz y un ejemplo a seguir para todos los argentinos que reclaman justicia.

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