Con Eduardo Galeano fuera de este mundo se va toda una época. La de la memoria del colonialismo, las letras incendiarias, la poesía comprometida, los amores pospuestos, las familias desgarradas, el periodismo militante, el imperialismo triturador, la épica fugaz, las palabras volátiles, los tiranos reciclados y las revoluciones imaginarias.
Su libro que fue libro de cabecera para varias generaciones -Las venas abiertas de América Latina- es un texto que hasta la fecha sigue sangrando, porque después de décadas la pobreza, el atraso y la desdicha no han sido vencidas.
Eduardo Galeano ha muerto, pero sus ideales han cuajado como nunca en su país. Por eso el presidente saliente, José Mujica, se retiró a su casa después de gobernar al país tal y como llegó; en su Volkswaagen destartalado. Se fue a su granja, cuyos techos nunca arregló porque su salario se lo regalaba a los pobres. Era un personaje salido de las novelas de Galeano.