Estamos a dos días de las elecciones generales en el Reino Unido. No hay favoritos. Hay una batalla cerrada entre los punteros, el Partido Conservador y el Partido Laborista, y lo que está en juego es la política económica y el mayor o menor acercamiento del país con la Unión Europea.
En el Reino Unido, que es la unión de Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte, existen 650 entidades donde se elige a un representante para la Casa de los Comunes en el Palacio de Westminster. Estos representantes son los que eligen posteriormente al Primer Ministro, que en este caso puede ser el actual, David Cameron, o el líder del Partido Laborista, Ed Milliband. Cualquiera que resulte el elegido, no podrá gobernar solo. Tendrá que formar una coalición, un equilibrio precario para resolver las desigualdades sin afectar el déficit público; negociar con los independentistas escoceses respetando los intereses de galeses e irlandeses y, lo que es más importante, negociar la integración del Reino Unido con el resto de Europa, dejando conformes a los que quieren mantener la Libra como moneda a toda costa, y a los que buscan forman parte del sistema financiero europeo. Misión ultradifícil.