Con el triunfo del Barcelona 3-1 sobre la Juventus se cierra el ciclo de las tres cops del Barcelona. El equipo es campeón por partida triple: ganó la Copa de la Liga Española, la Copa del Rey y la Copa de Campeones de Europa. Sus tres delanteros, considerados los mejores del mundo, brillaron en cada gol.
El tridente de Messi, Neymar y Suárez es imparable. Neymar es un mago con el balón y tiene un olfato de gol que cada partido afina. Suárez ha crecido desde su llegada al Barcelona, y se ha convertido en una máquina que reparte goles a sus compañeros y cuaja los propios con un toque y una precisión de relojero. Y Messi no solo es ya el mejor jugador del mundo, sino que su prestidigitación con la pelota lo ha situado en muchos lances como un astro mucho más brillante que Maradona y que Pelé. Lo dicho no es ninguna herejía.
A los tres goles del Barcelona, una vez que se acabó el encuentro, siguieron tres llantos. Lloró el capitán de navío Pirlo, porque su equipo la Juventus estuvo a punto en diez minutos providenciales de empatar el partido, pero los dioses del gol le cerraron la puerta a sus delanteros; lloró el astro brasileño Neymar, que terminó metiendo el tercer gol en el último segundo del partido, y acabó hincado en el césped dando gracias al cielo por el tamaño histórico del momento; y lloró el mediocampista Xavi, quien tiene que abandonar el equipo de sus sueños porque el paso del tiempo le ha comido la habilidad de las piernas.
Al final del encuentro, el estadio de Berlín se cimbró por la revuelta de emociones que constituye el corazón del futbol. La gente no quería abandonar el estadio.