En Europa la migración es muy diferente a la que existe entre México y Estados Unidos. Para el primer ministro británico, David Cameron, se trata de una verdadera plaga, algo así como la bizarra fobia de Donald Trump en Estados Unidos. Pero es algo muy diferente.
El principal surtidor de migrantes ilegales a Europa en la actualidad es Siria, debido a la guerra permanente que vive el país. Le siguen Eritrea, Afganistán, Somalia e Irak. En lo que va del presente año, se estima que 250 mil refugiados han huído del norte de África y Medio Oriente a Europa, siendo Italiia y Grecia sus principales destinos. Pero no son los únicos. Muchos llegan a Francia y, a través del Túnel y el Canal de la Mancha, al Reino Unido. Se calcula que en este último país existen en la actualidad alrededor de un millón de ilegales.
Durante años se consideró que los ilegales en Inglaterra eran brasileños que llegaron como turistas y se quedaron trabajando en restaurantes; o australianos que llegaban como parte de la Corona Británica y se convertían en instructores de gimnasios. Pero ahora, con el flujo de refugiados de la violencia de muchos países árabes, el perfil de los migrantes ha cambiado radicalmente.
Más allá de cualquier polémica nacionalista, Europa necesita a los migrantes. Ellos son la esperanza de mantener viva a la fuerza de trabajo, porque la tasa de nacimientos de la población europea ha bajado al 1.5 por pareja. Paradójicamente, la sobrevivencia de la población europea descansa en sus migrantes.