Hay un proyecto en Estados Unidos que busca rescatar para la historia las antiguas casas de los esclavos. Su director, Joseph McGill, es un curador de museos que participó en un documental sobre la guerra civil, y a partir de entonces decidió pasar algunas noches en las antiguas casas que quedan de los esclavos que llegaban de África. A partir de esa experiencia, fundó el Proyecto de Viviendas de los Esclavos, cuyo fin es preservar las viejas casas donde dormían los esclavos -sean construcciones privadas, propiedad del gobierno o viviendas abandonadas-, y ponerlas como museos que son vestigios de las condiciones de los ancestros de los actuales afroamericanos que viven a lo ancho y a lo largo del territorio de Estados Unidos.
«Muchas de las condiciones siguen siendo las mismas -dijo McGill después de pernoctar en una de las viejas casonas-; dormir en el suelo es muy duro, y el acoso de los insectos es terrible.» El hombre ha dormido en más de 70 viviendas de esclavos en 14 estados de la Unión, y para sorpresa de muchos está documentando las siniestras condiciones de esclavitud en los estados del norte del país. En Nueva York el mercado de esclavos era el más grande de la nación después del de Charleston, y en Long Island una enorme plantación del siglo XVII se conserva intacta. Ahora es una granja educativa, pero la historia de la esclavitud nadie la borra.