«Donald Trump me hace sentir orgullosa de ser mexicana», dice Teresa Puente en un artículo que acaba de salir publicado en la revista Time. Teresa Puente es una estadounidense de cuarta generación de migrantes mexicanos, y una columnista del Chicago Tribune y el Sun Times. También es profesora de periodismo en el Columbia College de Chicago.
Su artículo es, en primer lugar, una reivindicación de su estirpe. Dice que su bisabuelo cruzó la frontera de México a Texas a caballo en 1890, luchó por su nueva comunidad texana, se convirtió en Sheriff, y murió cumpliendo su deber en 1913. Teresa se siente orgullosa de su bisabuelo. También dice que su padre la educó en San Antonio; que le enseñó lo mejor de los valores y la cultura de México y Estados Unidos, y que desde entonces ha visto que una parte del poderío económico del país en el que vive se debe al trabajo, la dedicación y el esfuerzo de los mexicanos.
Por eso, afirma, la semilla sembrada por Donald Trump debe ser desterrada antes de que siga promoviendo el odio contra los mexicanos. Porque sus frutos están a la vista. Teresa nos cuenta que en una aeropuerto una mujer llena de suspicacia le preguntó si era musulmana. «No -respondió- soy mexicana.» La mujer la observó con recelo, como diciendo: «para el caso es lo mismo.»
Teresa dice que admira a México y a Estados Unidos. Que el país de su origen le ha dado una herencia maravillosa. Y que el país que la vio nacer es un crisol donde florecen muchas culturas. Por eso, concluye, «Donald Trump no es estadounidense. No representa la pluralidad de culturas. Representa el odio hacia lo que ignora.»