Los maestros de la CNTE no quieren exámenes. Para eso paralizan a la Ciudad de México con sus marchas. Estos maestros representan a los estados más atrasados del país en materia de educación -Guerrero, Michoacán, Oaxaca y Chiapas-, y su principal objetivo es el de lucrar con las plazas educativas. La CNTE cobra el ingreso a la Escuela Normal, cobra al ingresar a la plaza, cobra por ser maestro.
Pero no todos los maestros ni los alumnos son alérgicos a los exámenes. Prueba de ello es el Examen Nacional de Aspirantes a Residencias Médicas (ENARM) que se aplica durante cinco días a 41 mil médicos generales de todo el país. Se trata de una evaluación que se lleva a cabo en 14 sedes en los estados de Morelos, Chihuahua, Nuevo León, Jalisco, Puebla, Guanajuato, Chiapas y Ciudad de México. El examen se realiza por medio de una plataforma electrónica, y cada examinado tiene acceso a una computadora en la que resuelve el examen en dos sesiones de cuatro horas, respondiendo a 450 preguntas de índole general.
Esto no es nada nuevo. El examen se ha aplicado anualmente durante los últimos 40 años a médicos generales que aspiran a realizar un curso de especialidad dentro del Sistema Nacional de Salud, por lo que es primordial garantizar la seguridad y transparencia de los conocimientos. Esto se efectúa a través de diversos mecanismos, no solo en la aplicación, sino desde la elaboración de los reactivos, donde se utilizan esquemas de colaboración con las instituciones académicas y profesores, y se cuenta con un resguardo constante de empresas de seguridad, con el fin de impedir que se roben o manipulen los datos del examen.
Los primeros días de octubre de 2016 se dará a conocer la lista de los residentes seleccionados. Los que pasan el examen entran con mucho entusiasmo a las residencias. Los que no aprueban el examen, empiezan a prepararse para las siguientes pruebas.
En este campo, la cultura de los exámenes llegó para quedarse. Nadie rechaza los exámenes. A nadie se le ocurre realizar plantones y marchas de protesta.