La decisión de la FIFA de ampliar el número de países participantes en un mundial ha sacudido a muchos países. En África, donde muchos entrenadores dicen que el futbol es la segunda religión, miles de jugadores están de plácemes. Este 14 de enero se inicia en Gabón la Copa Africana de Naciones, y los jugadores que se enteraron de la noticia ya se frotan las manos para participar alguna vez en el Mundial de Futbol. Tener a 48 naciones disputándose la Copa en lugar de 32 abre grandes oportunidades para 16 países africanos. Gabón es uno de ellos.
En Europa, en cambio, la noticia ha sido recibida con escepticismo. Para jugadores como Cristiano Ronaldo, que tiene una calidad del tamaño de su arrogancia, la participación de otros países solo alargará el campeonato, y habrá partidos aburridísimos. Esto no lo dice, pero es fácil deducirlo de su forma de pensar. Por lo demás, los funcionarios, los equipos y los aficionados piensan que el cambio solo sirve para que la FIFA gane dinero, y que es un intento de su nuevo presidente, el italiano Gianni Infantino, de ganar popularidad.
En Asia el futbol es una vitrina muy injusta para las naciones, los equipos, el público y los jugadores. Es el continente más poblado del mundo, y solo tiene 4 lugares para participar en el Mundial. Hasta ahora. China, con sus 1,400 millones de habitantes, solo ha participado una sola vez en el Mundial de 2002; la India, con una población muy cercana a la de China, jamás ha participado.
El holandés Thomas Rongen, un entrenador que ha dirigido selecciones fuera del círculo europeo, sostuvo que entendió la importancia que el mundial tiene para equipos más pequeños cuando dirigió la selección de Samoa Americana en 2011. El equipo quedó fuera, por muy poco, de la segunda ronda de eliminatorias para el mundial de 2014. “No fue justo -señaló el holandés- este juego es del pueblo, el jugo del mundo. Y los países más pequeños merecen la oportunidad de pertenecer al mundo”.
(Información de The New York Times)