Antes los más ricos no gobernaban. Que los gobiernos gobernaran para los ricos, es otra cosa. Pero ahora, con el magnate Donald Trump en el Salón Oval de la Casa Blanca, los más ricos se convertirán en funcionarios. Los 17 hombres elegidos por el republicano para integrar su gabinete tienen más dinero que un tercio que la riqueza de toda la población.
En efecto, la riqueza de esos 17 nominados es de por lo menos 9 mil 500 millones de dólares, más de lo que suman los ingresos de 43 millones de ciudadanos en el país. El funcionario del gabinete más rico de la historia es la futura secretaria de Educación, Betsy DeVos, que cuenta con 5,100 millones de dólares, gracias a la fortuna de su suegro, el dueño de la firma de productos Amway. En segundo lugar aparece Wilbur Ross, secretario de Comercio, que cuenta con un capital de 2 mil 900 millones de dólares.
¿Así son los gobiernos republicanos? Pues no, realmente. Trump ha reunido personajes de una riqueza superior a los 9 mil 500 millones de dólares. La del gabinete de George W. Bush no rebasaba los 250 millones de dólares.
Faltan de ser designados los secretarios de Agricultura, Interior y Asuntos de Veteranos de Guerra, el Director de Administrador y Presupuesto, el Representante Comercial y el titular del Consejo de Asesores Económicos. Seguramente serán millonarios que acrecentarán el poderío monetario de la próxima administración.
Lo ridículo de todo esto es que la facultad de amasar dinero no tiene nada que ver con la habilidad política, y mucho menos con la capacidad para gobernar un país.
Pronto, muy pronto, vamos a presenciar lo que hace un puñado de multimillonarios para cumplir los sueños de los 60 millones de ciudadanos que votaron para que Donald Trump los saque del hoyo sin educación y sin dinero en el que sobreviven.