La escena es común en la Ciudad de México y los municipios que la circundan. Un pequeño grupo de asaltantes se suben a una combi, amagan al conductor y se dedican a despojar a los pasajeros de sus escasas pertenencias. Sucedió ayer, en el municipio de Nezahualcóyotl, en el trayecto que va del Periférico a Ciudad Azteca. Todo muy normal.

Pero sucedió una anormalidad: un policía municipal, desarmado, decidió arriesgar  su vida para detener a los delincuentes. Se llama Miguel Guadalupe N. -no quiere dar su apellido por temor a represalias-, quien aprovechó un descuido del único forajido que iba armado con una pistola, para tratar de quitársela. Y lo logró, pero antes recibió un disparo en el pecho. En ese momento los delincuentes huyeron. El policía les disparó desde la puerta abierta, pero no pudo herir a ninguno.

Los pasajeros se acercaron al policía para auxiliarlo. No tenía rastros de sangre. Y al revisarse el pecho donde recibió el impacto, se dio cuenta de que la bala se había incrustado en el celular que tenía en la bolsa de la chamarra.

Era un celular barato, sin muchas aplicaciones.

(Con información de Excélsior)