El video de presentación de la Estrategia Nacional de Cultura Cívica proyectado por el Instituto Nacional Electoral es estrujante. Cuatro actores -nuestros cuatro jinetes del Apocalipsis- miran fijamente a la cámara mientras nos dicen nuestras verdades. Uno es la corrupción; otra es la desigualdad social; uno más es la impunidad, y finalmente otra es la discriminación. Todos, cada uno en su propio tono cínico y peyorativo, dicen que aquí viven, que son parte de México, y que no hay nada que los pueda desterrar. Son un mal endémico, producto de varias décadas de historia, y han anidado en todos los rincones de la República.
Al presentar la Estrategia Nacional de Cultura Cívica (ENCCÍVICA), Lorenzo Córdova -consejero presidente del Instituto Nacional Electoral- habló del marco tan adverso que enfrenta actualmente el país, y señaló los tres ejes estratégicos indispensables para la construcción de una cultura cívica. En el contexto adverso habló del desencanto de la democracia, la falta de confianza en las instituciones, la separación de la sociedad y la política, la indiferencia y la falta de participación de los ciudadanos en los asuntos públicos, y el eterno lastre de la pobreza y las desigualdades económicas que impiden la justicia social y la construcción de un verdadero Estado de derecho.
Como punto de partida para aspirar a una cultura cívica, la cabeza del INE señaló que los ejes fundamentales de la Estrategia son la verdad, el diálogo y la exigencia. A primera vista dichos ejes parecen virtudes morales, pero en el fondo son el basamento que requiere la sociedad para empezar a cambiar las cosas. En primer lugar, la verdad se refiere a la información cierta y confiable que los ciudadanos requieren para poder ejercer sus derechos; el diálogo como una costumbre de debatir de manera racional y constructiva todos los temas que se refieren a la comunidad, y la exigencia como una bandera de rendición de cuentas de los funcionarios elegidos democráticamente, y una vía para incrementar la participación de la ciudadanía.
En su oportunidad Luis Raúl González Pérez, presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, alzó la voz para defender a los migrantes de los ataques que reciben diariamente de la nueva administración de la Casa Blanca. Dijo que la dignidad humana no depende de ningún estatuto legal, y que la calidad de indocumentados no tiene que ser el pretexto para que nuestros connacionales sean perseguidos, lastimados y humillados en cacerías para la deportación, tal y como sucede a diario en muchas entidades de Estados Unidos.
En el evento participó también el Secretario de Gobernación, así como representantes de instituciones educativas y organizaciones sociales. Todos los participantes enfatizaron el hecho de que la construcción de la cultura cívica es un asunto que compete a todos los ciudadanos.