La vaquita marina, una pequeña marsopa que subsiste en las aguas del norte del Golfo de California, va nadando rápidamente hacia su extinción. La cifra de su población no deja lugar a dudas: solo quedan 30 pequeños cetáceos de este tipo.
Su desaparición empezó a acelerarse en 2011, cuando los cazadores clandestinos de totoaba exterminaron al 90% de la población de vaquitas marinas. Su captura fue en gran medida accidental, porque las vaquitas marinas quedaban atrapadas en las redes colocadas ilegalmente para sus hermanas mayores. La totoaba es un pez de gran tamaño -puede llegar a medir dos metros- cuya vejiga tiene propiedades medicinales y afrodisíacas, y que llega a cotizarse en China hasta en 20 mil dólares el kilo.
Hace dos años, el gobierno mexicano impuso una suspensión de dos años a todas las redes de captura a lo largo de los 8000 kilómetros cuadrados que abarca el hábitat de la vaquita marina, y envió a la Marina para hacer valer dicha medida. Con el objetivo de apoyar a las comunidades de la parte superior del golfo que dependen de la pesca y los camarones, el gobierno asignó 74 millones de dólares como compensación durante la suspensión. Pero esa medida no ha rendido frutos.
Por eso ahora diversos grupos ambientalistas proponen capturar a las escasas vaquitas marinas de quedan vivas, y reunirlas en un corral acuático para facilitar su reproducción y evitar su extinción. En promedio, cada hembra vaquita marina da a luz a una cría cada dos años. De manera que su recuperación -en caso de darse- tardaría aún varios años por delante.
El pronóstico no es muy optimista.