Son monjas. Fuman mota. Y hacen negocio con la cannabis. Todo en regla. Sus actividades están dentro de las leyes de dios y de los hombres. Hace poco tiempo saltaron a la fama porque la BBC y El País publicaron dos notas espectaculares sobre ellas, pero entre sus clientes ya tenían el prestigio de la buena calidad de sus productos.
Las dos hermanas de la mariguana no pertenecen a la misma generación, pero eso es lo de menos. La hermana Kate es vivió un tiempo en Holanda, tiene 55 años de edad, y es una activista que participaba en el movimiento de ocupación de Wall Street con su atuendo de monja. Por eso los marchistas la bautizaron como «Sister Occupy», y algunos pensaron que su atuendo era una simple ocurrencia. Como la de muchos otros. Pero no era así. La hermana Kate proviene de una familia católica, siguió el llamado de su vocación, cumplió los votos y se puso el hábito desde hace tiempo. La otra monja, llamada la hermana Darcy, tiene apenas 24 años y se incorporó al tema de la mariguana apenas a finales del año pasado. Ambas son trabajadores, espirituales, caritativas. Y a pesar de la diferencia de edades, se tratan como hermanas.
Las dos monjas se encuentran en el condado de La Merced, en el Valle Central de California, en Estados Unidos. Ambas elaboran un ungüento a base de cannabis y aceite de coco que -según afirman- alivia los dolores musculares, la náusea, las inflamaciones, la ansiedad y la depresión. Realizan sus ventas por Internet, y con las utilidades obtenidas ayudan a organizaciones que laboran con los sectores más desprotegidos.
Pero su actividad no es meramente negocio. Ellas quieren abolir las injusticias del sistema, rendirle culto a la madre tierra y sincronizar sus actividades estacado