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La presidencia disminuida

Emmanuel Macron es un presidente que llegará al poder fortalecido. Gracias a la segunda vuelta electoral, logró el respaldo del 66% de los electores. Eso le proporciona una legitimidad y una capacidad para gobernar muy amplias, lo cual le permitirá llevar a cabo su programa sin mayores contratiempos.

¿Qué hubiera pasado si no existiera la segunda vuelta en Francia? En la primera vuelta electoral, el pastel de los votos se repartió de una forma muy equitativa. Emmanuel Macron obtuvo el 24% de los sufragios; Marine Le Pen, su contrincante en la segunda vuelta, tuvo el 21.3%; Françoise Fillon, el candidato conservador, el 20%; Jean-Luc Melenchon, el líder de la extrema izquierda, el 19.6%, y el resto de los votos se los repartieron el candidato socialista y un independiente. En este panorama, sin segunda vuelta, Macron hubiera llegado al Palacio del Eliseo con un apoyo muy raquítico, menos de la cuarta parte del electorado. Las tres cuartas partes de los votantes se manifestaron en la primera vuelta por candidaturas diferentes; es decir, contra Macron.

Gracias a la segunda vuelta, Macron cuenta con el apoyo de las dos terceras partes de los electores. Un presidente que arranca su mandato fortalecido.

Si aplicamos ese esquema a México, las cosas no serán fáciles para el próximo presidente. Todas las tendencias señalan que el ganador no podrá tener más del 30% de los votos. Y no hay segunda vuelta.

Desde hace tiempo, José Woldenberg está señalando la urgente necesidad de tener una segunda vuelta en México, para evitar que el próximo presidente llegue a una silla disminuida por un respaldo electoral que no supere a uno de cada tres votantes. Pero lamentablemente los tiempos legislativos ya no alcanzan para modificar la Constitución en ese sentido. Y a los diputados no les importa.

El próximo año tendremos nuevo presidente. Pero tendrá que ajustarse a una silla presidencial muy chica, tipo periquera.

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