El atentado terrorista de ayer en Londres, que dejó un saldo de 7 muertos y decenas de heridos, fue el detonante de una nueva embestida de Donald Trump contra los musulmanes y, en particular, contra el alcalde de Londres, que también es musulmán.
Hasta esta hora no sabemos nada de la identidad de los tres hombres que arrollaron a los peatones que transitaban por el Puente de Londres y atacaron a puñaladas a los clientes de un pub en Borough Market, pero eso es lo de menos para el inquilino de la Casa Blanca. Trump dijo en su twitter que después de 7 muertes y 48 heridos en un ataque terrorista el alcalde dice que «no hay motivo para alarmarse», y que tiene que dejar de ser políticamente correcto y ponerse a trabajar por la seguridad de la gente.
Sin embargo, el alcalde Sadiq Khan nunca dijo esas palabras. Lo que declaró fue que condenaba el «enfermo ataque perpetrado por cobardes terroristas», y que nada justifica sus acciones «malignas e imperdonables.» El alcalde de Londres es el mejor ejemplo de que los practicantes del Islam no solo no son terroristas, sino que la mayoría condena el terrorismo en todas sus formas.
Desde la salida del Reino Unido de la Unión Europea -el llamado Brexit-, ese país se ha convertido en un terreno propicio para los ataques xenófobos de anglosajones contra musulmanes y, como se ha visto, en un escenario donde los ataques terroristas no parecen tener descanso. En los últimos tres meses se han sucedido tres ataques: uno frente al edificio del Parlamento, otro en el concierto de Ariana Grande en Manchester, y el de ayer en el Puente de Londres y el mercado Borough.
Es evidente que el terrorismo callejero alienta al terrorismo de Estado. El presidente de Estados Unidos ha aprovechado la oportunidad para afirmar que de nada sirve el control de armas de fuego, ya que los terroristas atacan a la gente con cuchillos. El argumento parece broma, pero no lo es. Esconde el hecho de que la industria productora de armas de fuego y sus distribuidores tienen un efectivo cabildeo en el Capitolio y en la Casa Blanca, y que la libertad de venta de armas -no es ninguna paradoja- permite que los terroristas adquieran todo tipo de armamentos.
Por otro lado, Trump insistió en el hecho de que Estados Unidos tiene que cerrar sus fronteras a los ciudadanos de los seis países árabes que propuso desde el inicio de su mandato, y criticó agriamente a los jueces que han bloqueado su medida.
Ese es otro de los saldos negativos del terrorismo: a la violencia rampante contra multitudes inocentes, se le opone la violencia del Estado contra otros igualmente inocentes.
Cada vez son más las puertas que se cierran.