Un héroe es un hombre de carne y hueso, capaz de dar la vida por los demás. En sus orígenes, sumergidos en el mar de las leyendas de la cultura griega, los héroes eran mitad hombres y mitad dioses, dueños de poderes sobrenaturales que los hacían llevar a cabo hazañas impensables para el común de los humanos. De ahí se deriva la fuerza de Hércules, la perseverancia de Jasón, lo invicto de Aquiles antes de que se encajara una flecha en su talón.
Pero ahora los héroes son hombres y mujeres comunes, que tienen una misión en la vida, y que son capaces de salvar vidas a costa de la propia. Parece que es una raza en extinción, pero aún quedan muchos ejemplares. Uno de ellos se llamó Arnaud Beltrame, cuyo heroísmo iluminó en días pasados a la apagada grandeza de Francia.
El pasado viernes 23 de marzo un joven terrorista -los hay miles sembrados por el mundo- robó un vehículo en el poblado de Trebes, al sur de Francia, hiriendo a su conductor y liquidando a otro pasajero. Después atacó a unos policías que jugaban fútbol y se metió a un pequeño supermercado donde tomó a varios clientes como rehenes. Así se inició un calvario de varias horas para el pueblo. Radouane Lakdim -así se llamaba el joven-, amenazó con ir matando en cuenta regresiva a los rehenes, a cambio de nada. Entonces apareció un héroe. El teniente coronel Arnaud Beltrame se ofreció a cambio de una mujer que tenía abrazada como rehén. Aparentemente, Lakdim aceptó la oferta. Beltrame se adelantó del resto de los policías con los brazos en alto y caminó hacia el interior del supermercado. Se acercó a Lakdim, y cuando éste lo tuvo a corta distancia, le disparó en el cuello. En una fracción de segundo, la mujer escapó del abrazo del terrorista, la policía pudo entrar al local para abatirlo, y los rehenes pudieron recuperar la libertad y el aliento.
Arnaud Beltrame murió en el hospital. El saldo de la desgracia fueron 4 muertos y 15 heridos.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, dijo que el policía caído fue un héroe, y que la patria entera le vive agradecida. Luego se supo que Arnaud Beltrame había sido condecorado varias veces durante su carrera, que había participado destacadamente en la campaña de Irak y como defensor del Palacio del Elíseo, y que siempre fue un policía disciplinado y ejemplar. Era como si toda su vida se hubiera preparado para su sacrificio final.