En Coahuila yTamaulipas existen cuatro niveles de gobierno: el federal, el estatal, el municipal y el narcotráfico. Y éste último ha sido el dominante en las últimas décadas.
Gracias a las investigaciones de El Colegio de México, hoy sabemos que el penal de Piedras Negras en Coahuila se convirtió en el centro de operaciones de los Zetas durante muchos años, pero sobre todo a partir de 2011. Desde el llamado Centro de Rehabilitación Social (CERESO) se diseñaba la estrategia de compra y distribución de droga, se administraban los recursos. se hacía grandes fiestas para los jefes y se desaparecían los cuerpos de los rivales con los métodos tradicionales de la disolución de cadáveres en tinacos llenos de ácido.
Lo que no se sabía, y ahora se ha documentado al detalle, es que ese grupo delictivo tenía un aparato de publicidad muy bien montado, que incluía pagos a las organizaciones defensoras de los derechos humanos para defender sus intereses. ¿Cómo? Si, organizando mítines y plantones contra las fuerzas armadas para obligarlas a abandonar las plazas ocupadas por los Zetas.
En una averiguación previa iniciada con la detención de un prominente miembro del grupo delictivo, se indica que la organización pagaba 5 mil dólares cada semana al presidente de la Comisión de Derechos Humanos de Nuevo Laredo por organizar este tipo de eventos, además de esconder a los miembros del grupo delictivo en sus oficinas,
El tema es estrujante, porque las manifestaciones siempre contaban con la participación de los familiares de los desaparecidos. La prensa se hacía portavoz de las protestas, que en esencia culpaban a las fuerzas armadas de los homicidios, y pedían la salida del ejército y la marina de la región. Las desapariciones eran verdaderas. Los cadáveres también. Y el dolor indescriptible de los padres, por supuesto. Lo único que era falso eran las aseveraciones del presidente de la Comisión de Derechos Humanos, que actuaba como vocero del narcotráfico.
(Información de Excélsior)