Después de los escándalos de la Academia Sueca, que obligaron a clausurar el Premio Nobel de Literatura del presente año, surgió una llamada «Nueva Academia», también en Suecia, con el fin de no quebrar la tradición iniciada en 1949 y elegir, de la manera más amplia y democrática posible, a un escritor ganador del premio entregado en Estocolmo en octubre del presente año. La academia alternativa invitó a todos los bibliotecarios del país a nominar a sus autores predilectos, que pueden provenir de cualquier parte del mundo y deben haber escrito al menos dos libros, uno de los cuales debió haber sido publicado en los últimos 10 años. La Nueva Academia se define a sí misma como una organización cuyo deber es promover la democracia, la transparencia, la empatía y el respeto.
Como se sabe, la clausura del Nobel empató con los escándalos sexuales de Hollywood. A finales del año pasado 18 mujeres acusaron al fotógrafo y dramaturgo francés Jean-Claude Arnault -esposo de una reconocida miembro de la Academia- de haber abusado de ellas, lo cual cimbró los cimientos de la institución y del país en general. También se supo que la Academia financiaba económicamente al perpetrador de agravios, a pesar del conocimiento público de que abusaba a esposas, hijas y trabajadoras de la noble institución. A partir de entonces, se abrió una cascada de acusaciones y renuncias a la Academia, y el resultado fue que el Premio Nobel de Literatura tuvo que pasar a retiro. Por lo pronto.
Pero hubo mucha gente que no quedó conforme con el desenlace. Un centenar de personalidades del mundo de la cultura en Suecia salió a la palestra para anunciar que la Nueva Academia daría su propio premio, y hace unos días esta nueva organización anunció que los finalistas eran la francesa Maryse Condé, el británico Neil Gaiman, la canadiense de origen vietnamita Km Thúy y el japonés Haruki Murakami.
Hace unos días, el escritor japonés se bajó de ese tren. Los que intentan conocerlo, dicen que su retiro obedece a que le interesa mucho más el Nobel, aunque se lo den muchos años después. Y los que lo conocen mejor, sostienen que simplemente a Murakami los premios no le interesan en lo absoluto. Es un hombre profundamente japonés, aunque su literatura esté impregnada de rasgos de las culturas occidentales. Un hombre solo, un misántropo, un escritor que se balancea con el deporte y la música. Alguien inclinado a escribir Tokio blues después de haber sido dueño de un club de jazz en la capital de Japón. Un escritor capaz de retratar a Johnny Walker del whiskey como un verdugo de gatos, y al Coronel Sunders del Kentucky Fried Chicken como el educado regente de un burdel.
Si, Haruki Murakami ha renunciado al premio alternativo. Tal vez más adelante, para hacerle justicia, le den el Nobel. Y tal vez no le interese el asunto.