Su fortuna está valuada, según algunas fuentes, en 39 mil millones de dólares. Pero es muy difícil saberlo. No es un empresario común y corriente. Jack Ma, el hombre más rico de China, fue catalogado como el número 21 del mundo entre los empresarios más acaudalados alrededor del planeta, pero sus inclinaciones no son simplemente ponerle más ceros a sus cuentas millonarias de cualquier moneda. Hace unos meses, Jack Ma anunció su renuncia a la empresa Alibabá, el consorcio de Internet que es obra suya, y que fue valuado en 120 mil millones de dólares por la revista The Economist. Alibabá puso el ejemplo para la compra y venta de mercancías en Internet sin almacenar ningún tipo de producto, y al ingresar a la bolsa de Wall Street en 2014 recaudó 25 mil millones de dólares de golpe, y provocó el cierre temporal de la bolsa.
«Mi principal interés es la educación», dijo Jack Ma al despedirse de sus colegas, pero al cerrar la puerta de su negocio no pudo evitar que sus cuentas, por la simple inercia de las ganancias del mercado, siguieran multiplicando sus activos.
Sin embargo, hay otro detalle que ha llamado la atención de los medios interesados en seguir al hombre más rico de la segunda potencia económica mundial: Jack Ma es miembro del Partido Comunista Chino; es decir, sigue los principios y las críticas al capitalismo que hicieron Marx y Engels en el siglo XIX, y elogia las ideas del artífice de la Revolución China, Mao Tsé Tung.
En los orígenes del comunismo, tener entre sus filas a un empresario capitalista del calibre de Jack Ma hubiera sido una traición y una herejía. Pero en la China contemporánea, donde el sistema político es comunista y opera con un solo partido, y el sistema económico es capitalista y se orienta hacia el libre mercado, no hay nada más natural que entre sus filas se encuentre el hombre más rico del país. Es un matrimonio de conveniencia, y de larga duración. Como cualquier otro miembro prominente, Jack Ma le confiere al partido el 2% de sus ganancias, con lo cual la organización puede sufragar muchos gastos. A cambio de eso, el partido le otorga al empresario una plataforma social que lo protege y multiplica sus relaciones. Cabe señalar que los miembros del partido -todos comunistas- no constituyen una minoría golpista como en los viejos tiempos, sino que son una multitud de 89 millones de personas. Algo más que la población de Alemania entera.