Como buen país comunista, China practica la censura contra todo lo que parece crítica a su gobierno. Y en estos tiempos donde el Internet es un medio de comunicación desbocado, que no obedece a gobiernos de ninguna índole, la práctica de la censura parece más urgente que nunca. Más aún, cuando las redes sociales como Twitter y Facebook están siendo criticadas por permitir contenidos que han inclinado el voto libre de los países hacia algún candidato y han sido utilizados por militantes de grupos terroristas para perpetrar sus atentados.
Por eso un numeroso grupo de jóvenes chinos están siendo capacitados sobre diferentes temas que deben rastrear y censurar en Internet. Entre estos temas está lo que representó la represión de los estudiantes en la Plaza de Tiananmén en 1989, y por otro lado la figura y la historia del disidente Liu Xiaobo, el ganador del Premio Nobel de la Paz que murió hace dos años estando bajo custodia del gobierno chino. Los jóvenes también tienen que memorizar los rostros de los miembros más destacados del Partido Comunista Chino y rastrear a los críticos que quieran compararlos con los emperadores de las antiguas dinastías. O buscar entre toda la información la imagen de una silla vacía, que fue el símbolo de la ausencia del disidente ganador del Premio Nobel durante la ceremonia de premiación en Oslo.
En la actualidad operan como censores aproximadamente 4 mil jóvenes. Trabajan 4 turnos día y noche. Cada trabajador recibe un sueldo aproximado de 500 dólares al mes, y tiene que reportar cerca de dos mil artículos revisados durante su turno. Es decir, que la fábrica de la censura monitorea 8 millones de artículos al día. No está mal.