Ximena García es una joven piloto muy hermosa, contratada por Interjet, que saltó a la fama de manera lamentable el pasado 15 de septiembre, cuando al ver a la multitud arremolinada a sus pies en el Zócalo publicó en sus redes sociales un deseo peregrino lleno de odio. «Debería de caer una bomba en el Zócalo, nos haría un favor a todos», sostuvo. De inmediato, muchos usuarios reaccionaron pidiendo que la empresa tomara una postura sobre la declaración, e Interjet hizo un señalamiento categórico: «En la empresa tenemos un principio de cero tolerancia a la violencia, y estamos comprometidos al cien por ciento con la seguridad de todos.» Mientras otra trabajadora de la misma empresa le brindó su apoyo, Interjet abrió una investigación sobre el asunto. Ximena remató escribiendo: «Si les molestan mis comentarios bórrenme, créanme que me vale 2 pesos.»
El presidente dijo que habría que esperar a los resultados de la investigación, aunque señaló que se trata de una frase «muy fuerte».
El comentario tiene un mar de fondo. Indica que sigue vivo el racismo que se ha arrastrado por México desde los tiempo de la Colonia, y que la condena de algunos grupos a los seguidores de López Obrador sigue rumbos que podrían volverse peligrosos.
Ahora la piloto puede pedir una disculpa, decir que solo fue una mala broma, y la empresa podría despedirla por su comportamiento agresivo hacia los demás. Podría borrarla, como dijo ella, pero de la nómina.
No se trata de contemplar el dicho como una simple gracejada inofensiva. Puede ser la gota de un río que, si no se detiene por la voluntad de todos, puede crecer hasta convertirse en tragedia.