El hermano mayor sufría de trastornos mentales que nunca pudieron ser tratados adecuadamente, y un día se encerró en su cuarto diciendo que tenía una pistola en su poder. Cuando llegó la policía, Khiel saltó por la ventana y corrió a esconderse detrás de un auto estacionado. Los policías bajaron, lo rodearon y lo conminaron a entregarse. Como no lo hizo, y bajo su chamarra ocultaba algo, los policías dispararon y le dieron muerte.
Lo que ocultaba bajo se chamarra era un simple cepillo para el pelo.
Siete años después, Na´im siguió los pasos de su hermano. Estuvo involucrado en asaltos de poca monta, era de los jóvenes que robaban celulares a su alcance, y en una tarde de verano consiguió un revólver para presumir con sus amigos. Lo malo fue que con ese revólver encaró a la policía, echó a correr calles abajo y fue abatido por las balas.
Toda una desgracia, con una familia en ruinas.
¿Quién tuvo la culpa?
Nadie dice que la culpa fue de la policía.