La pandemia no permite el optimismo. Cierto, la vacuna contra el coronavirus puede estar lista para la primera mitad del próximo año. Cierto también, los contagios y las muertes ya no siguen una curva ascendente en la mayoría de los países. Pero los saldos dejados en las economías de todos los países no dejan lugar para la tranquilidad sobre el futuro.

El Departamento del Trabajo en Estados Unidos afirma que la cifra del desempleo se elevó a 38.6 millones de trabajadores desde mediados de marzo, cuando se iniciaron los despidos y cierres de empresas. Y muchos analistas, comparando la situación actual con las crisis del pasado, sostienen que ya nada será igual. En la actual carrera, el desempleo toma la delantera al empleo.

Nicholas Bloom, un economista de la Universidad de Stanford, afirma que la recuperación será larga y difícil, y que el 42% de los empleos que se han perdido hasta la fecha no se van a recuperar ni en el corto ni en el mediano plazo. «Sabemos que las firmas tienen la intención de volver a contratar a sus trabajadores -sostiene-, pero la experiencia nos dice que sus intenciones no siempre se cumplen.»

La llamada nueva realidad será muy distinta a la anterior. Si la norma generalizada de la sana distancia se implementa en todos lados, habrá menos gente en los restaurantes, teatros, estadios, camiones y aeroplanos, y eso significa que las empresas -sean pequeñas, medianas o grandes- van a requerir menos trabajadores de los que tenían. Además, el trabajo en la oficina  perderá terreno frente al trabajo a distancia, y eso significa que la afluencia a los pequeños negocios que viven en la cercanía de las grandes oficinas se reducirá notablemente.

El ganador del presente round de la pelea, sin duda, será el desempleo.