En Hong Kong, la ciudad china que popularizó la frase de un país con dos sistemas, se juega el futuro de China. En 2017 habrá elecciones para definir quién la máxima autoridad de la ciudad, y las autoridades de Pekín ya dieron su veredicto. Según los líderes comunistas, el jefe máximo de Hong Kong deberá ser elegido por un comité «ampliamente representativo», lo cual quiere decir un grupo de especialistas afines al gobierno comunista.
Ese fue el detonante de la revuelta estudiantil que ahora recuerda los sangrientos sucesos de Tiananmen en 1989. Al igual que en aquel año, los estudiantes se enfrentan a la policía exigiendo mayor democracia. El movimiento tiene también similitudes con la ocupación de Wall Street, ya que los estudiantes han paralizado en centro financiero con sus movilizaciones.
Aunque faltan más de tres años para las elecciones, el movimiento de los estudiantes ya tiene al país en vilo. Su símbolo de resistencia son las tradicionales sombrillas chinas. Si sus demandas prosperan, pueden sembrar la semilla de la democracia en el país entero. Pero si es reprimido, China podrá aspirar a dominar económicamente al mundo, pero no podrá ser un ejemplo a seguir para el resto de los países. La prosperidad, como bien sabemos, también implica un grado mayor de libertad.