El primer round del asalto a las instituciones democráticas de Estados Unidos tuvo lugar el pasado 6 de enero, cuando una turba asaltó el Capitolio, causó destrozos para ingresar al recinto y puso los reflectores en el poder destructivo de Donald Trump.
El segundo round de esta pelea insensata anuncia que a partir del 16 de enero se llevarán a cabo una serie de protestas masivas que culminarán en la llamada «Marcha del Millón de Milicias», el 20 de enero, día de la investidura de Joe Biden como presidente. El escenario será el mismo: la explanada que va desde el Capitolio hasta el Lincoln Memorial.
El FBI dice que las protestas serán armadas.
En las redes sociales se debate abiertamente sobre el armamento adecuado para llevar a la marcha, desde bates de béisbol hasta rifles de asalto.
La alcaldesa de Washington, la demócrata Muriel Bowser, envió una carta al Departamento de Seguridad Nacional, en la que exige que se ponga en marcha ya el refuerzo de la seguridad en la capital de cara a la toma de posesión de Biden. El senador republicano Roy Blunt, encargado de supervisar la planificación de la jura de Biden y Harris, se sumó a la exigencia de Bowser.
Nadie sabe lo que va a pasar. Pero todos intuyen que no será nada bueno.