En estas elecciones presidenciales, Brasil sigue a la vanguardia. Y no solo por haber sido la sede del Campeonato Mundial de Futbol y los próximos Juegos Olímpicos, sino porque es uno de los pocos países del orbe que ha adoptado un sistema de votación electrónica para elegir a sus gobernantes. No parece sencillo, porque hay un universo de 141 millones de electores que escogen a más de 26 mil candidatos para más de 1,700 cargos de elección popular entre los cuales están la presidencia, vicepresidencia, gobernadores, vicegobernadores y senadores federales, estatales y distritales.
El proceso está automatizado en su mayoría, y la votación, escrutinio, suma y transmisión de los resultados se realiza a través de medios electrónicos desarrollados por el Tribunal Superior Electoral. Hay una identificación electrónica para 23 millones de electores que se identifican con su huella digital en 25 ciudades del país, y un cúmulo de pantallas presentan a los votantes a los candidatos identificados con números para realizar la selección. Hay también opciones para votar en blanco o anular el sufragio.
El escrutinio se realiza de manera automática al cerrar las casillas, y los resultados se conocen de manera directa. Es un sistema que impide por su propia lógica las inconformidades de los perdedores, y todo apunta a que se extenderá en los próximos años a muchos otros países.