En Ecuador, donde las elecciones han sacado a la luz el arraigo de la discriminación y la fuerza de las comunidades indígenas, el proceso electoral ha estado definido por ese enfrentamiento ancestral. El candidato del partido indígena ya no está en las boletas, pero en la primera ronda electoral ganó la mitad de todos los estados.
Los finalistas, el izquierdista Andrés Arauz y el conservador Guillermo Lasso, tuvieron que definirse sobre el valor de la cultura indígena del país. Se acabó la discusión entre el socialismo y los conservadores. Ahora el debate gira en torno a la desigualdad social y la extracción minera en las tierras indígenas.
Lasso, un banquero de 66 años, se comprometió a mejorar las oportunidades económicas de los indígenas que, según reconoció, a pesar de varias décadas de progreso están muy por debajo del promedio nacional en el acceso a la educación, la atención sanitaria y el empleo.
Arauz un economista de 36 años que lideró la contienda durante la primera ronda electoral, prometió gobernar Ecuador como un verdadero país plurinacional, en reconocimiento a sus 15 naciones indígenas. La designación, aunque más bien simbólica, había sido solicitada durante décadas por Pachakutik, el partido indígena del país.
El ascenso de Pachakutik en la escena nacional no solo llamó la atención de la minoría indígena del país, sino que también planteó cuestiones de identidad más profundas para todo el electorado. Aunque solo el ocho por ciento de los ecuatorianos se identificó como indígena en el último censo, gran parte de la población es mestiza. La parte indígena no se puede borrar por decreto. Ese es un común denominador en toda América Latina.