La Semana Santa en Acapulco es un jolgorio. Imán de los capitalinos en los días de guardar, la ocupación hotelera registró este año un 90%. La gente inunda las playas, las palapas, los restoranes y los hoteles. El que quiera encontrar las aglomeraciones del Centro Histórico de la Ciudad de México y el Metro, sabe que el lugar indicado es la playa de Caleta, Hornos y La Condesa.

Pero el problema principal no son las aglomeraciones. El problema principal es la violencia, ya que Acapulco está catalogada como una de las ciudades más peligrosas del mundo. El fin de la Semana Santa hubo 36 ejecuciones. La mayoría de las víctimas fueron comerciantes y taxistas. ¿Por qué? Porque la afluencia de turistas también conlleva una mayor venta de droga, mayores extorsiones por el cobro de piso y mayor competencia entre las bandas rivales.

Dice el gobernador que en perspectiva la violencia ha descendido.

Las familias de los muertos dicen que no hay justicia.

Los muertos no dicen nada.