Los atentados terroristas son casi diarios. Después del atentado en Bruselas hace 48 horas, ahora en el estadio de futbol de Iskanderiyah, al sur de Irak, un suicida dejó en un bombazo cerca de 30 personas muertas y más de 60 heridos.
Los atentados pueden ser la respuesta de las muertes de los jefes del Estado Islámico, uno de ellos el segundo en importancia al mando, ocurrido hace unas horas. O tal vez no, pueden ser también parte de un plan orquestado para desequilibrar al mundo desde la atalaya irracional del Estado Islámico y sus seguidores en todo el mundo.
Aparte de las desgracias en serie, cabe resaltar las respuestas de la prensa occidental. Mientras que los atentados en Bélgica fueron presentados como una catástrofe monumental, el atentado al estadio en Irak no ha recibido mayores ecos. Eso significa que las muertes occidentales requieren la mayor cobertura y preocupación, mientras que los actos terroristas en los países árabes son analizados con un ademán donde los analistas solo alzan los hombros. Parece que todo queda entre hermanos.