El acceso a Internet es una fórmula rápida de conectar al mundo. Si alguien tiene Internet, goza de la información que ofrecen los principales diarios de los cinco continentes, tiene acceso a todas las páginas con información especializada, puede transmitir mensajes a todos los correos electrónicos a su alcance. Internet es, como los dijo Raúl Trejo en los días en los que nació esa nueva forma de comunicación, «una alfombra mágica».
El Banco Mundial reporta que el 60 por ciento de la población del mundo tiene acceso a internet. En México la cifra es de 72 por ciento. Los países desarrollados registran niveles superiores al 90 por ciento. Nosotros estamos atrás no solo de los países ricos, sino también de los de Latinoamérica con un desarrollo similar al nuestro, como Chile, con 88 por ciento, Argentina y Uruguay, con 86, Brasil, con 81. Incluso Costa Rica tiene 81 por ciento. Es clara la necesidad de ampliar el acceso.
A los críticos del proyecto les preocupa que se le esté encargando a la Comisión Federal de Electricidad, una empresa que pierde dinero y que no ha cumplido con su obligación de invertir lo suficiente en su crucial y rentable negocio de transmisión de electricidad, sobre el cual tiene un monopolio legal.
Si el proyecto se cumple a cabalidad, México podría considerarse un país con unidad nacional; es decir, sin poblados aislados de su desarrollo.