París, la capital del turismo internacional, está en crisis. En el primer semestre del año, perdió un millón de turistas. Puede ser poco si se compara con los 31 millones que visitaron la ciudad en 2014, pero al considerar los 850 millones de dólares que se perdieron en turismo este año, las autoridades han prendido las señales de alerta. La sucesión de atentados terroristas en Francia ha minado notablemente al turismo, que representa el 8% del Producto Interno Bruto y emplea a dos millones de personas. En los seis primeros meses del año, las reservas internacionales en hoteles han caído un 10% en el país. Esto afecta principalmente a los hoteles de lujo, que albergan a los sectores de altos ingresos, los cuales son mucho más susceptibles a los atentados terroristas.  La tasa de ocupación en los hoteles de lujo parisienses, que era del 77% en el verano del año pasado, cayó al 32% en la segunda quincena de julio del presente año.

Si se trataba de golpear al turismo de París y de Francia en general, la estrategia del Estado Islámico ha resultado exitosa. La escalada se inició con el ataque a la revista Charlie-Hebdo en París el 7 de enero de 2015, del cual resultaron 12 personas muertas. Luego llegó el fuego indiscriminado en El Bataclán el 13 de noviembre del año pasado, que ocasionó la muerte de 137 personas, y en junio del presente año un chofer suicida llevó a la muerte a 84 espectadores de los fuegos artificiales del 14 de julio en Niza.

París ya no es, por lo pronto, ni la ciudad luz, ni la capital del amor.