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Ayuda empresarial

Los empresarios y las empresas están presentes para enfrentar el desastre. Carlos Slim, el empresario más exitoso que ha dado México, ofrece 5 pesos de ayuda por cada peso recolectado por los donadores. La Comer proporciona dos despensas por cada una donada por sus clientes. CocaCola da refrescos gratis para los brigadistas y un millón de dólares. Sonora Grill tiene un menú especial gratuito para los rescatistas. Farmacias del Ahorro donará medicamentos en los albergues. Walmart donó 300 toneladas de víveres. Mark Zuckerberg -el creador de Facebook- desembolsó un millón de dólares a la Cruz Roja Mexicana. Grupo Lala donó un millón de litros de leche. Mercedes Benz prestará vehículos de todo tipo para ayudar a la Cruz Roja. Bancomer donó 10 millones de pesos para ayudar también a la Cruz Roja. Heineken no donó sus productos, pero decidió enlatar agua en su planta de Orizaba para apoyar a las labores de rescate en Morelos, Oaxaca, Puebla, Chiapas y la CDMX.

En términos generales, los sismos afectarán el crecimiento del Producto Interno Bruto, y obligarán a un reajuste para el Fondo Nacional de Desastres de 2018. Pero por otro lado, el sector de la construcción ya está reportando ganancias a futuro en la bolsa de valores. Impulsadas por Cemex, las empresas del sector se frotan las manos ante el alza de sus acciones, y los especuladores de cuello blanco están recomendando a sus clientes fuertes inversiones aprovechando la oportunidad.

Desde siempre, los empresarios son vistos de manera muy distinta, de acuerdo a dos diferentes cristales de observación. Para unos, los empresarios son los modelos a emular, la figura encarnada del éxito en la vida, el premio garantizado al esfuerzo personal, la velocidad de los automóviles de lujo, la vida sonriente en los restaurantes de precios estratosféricos y las playas de todo el mundo. Para otros, los empresarios son un grupo de vivales que viven de la explotación de las mayorías, medran a la sombra de sus herencias, se reproducen con la complicidad con el poder público, se enriquecen a costa de la pobreza que los rodea. Y para otros, precisamente los que viven en los enormes territorios de la pobreza, los empresarios son un sector ajeno, el cual resulta imposible de acceder.

En épocas de desastres, los empresarios se vuelven solidarios. Ayudan, dan lo que tienen. Ofrecen sus productos de manera gratuita. Lo cual es un impulso loable. Pero… ¿por qué debe terminar ahí? No sería mejor para todos que ese impulso solidario de los empresarios -por lo menos los mexicanos- fuese permanente? ¿No sería mejor mantener ese sentimiento de apoyo a los más necesitados más allá de los damnificados por los sismos?

Porque si Carlos Slim -para poner un solo ejemplo de ofrecimiento de ayuda- donase 5 pesos por cada peso puesto por los mexicanos para una causa noble y urgente -como fortalecer la educación superior-, el país podrá salir de la ignorancia y la desigualdad social mucho más rápido. Si consideramos solamente a los mexicanos que se encuentran en la economía formal, se podría solicitar un apoyo mínimo para los que ganan un salario mínimo, y un apoyo creciente para los que más ganen. Realmente, no sería mucho pedir.

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