El nombre de ese pueblo es ampliamente conocido entre los narcotraficantes. Es un poblado perdido en la sierra de Sinaloa, con una población de alrededor de 6 mil habitantes. Se encuentra a 80 kilómetros de Culiacán, la capital del estado.
A pesar de su fama, que en realidad es muy mala, Badiraguato es un pueblo pobre. Por eso José Luis López Elenes, su alcalde desde el 31 de octubre del año 2021 (en la fotografía), tiene la mala idea de construir en el pueblo un museo del narcotráfico, porque al parecer es lo único que tienen. «No podemos negar nuestra historia, tenemos que reconocerla y sobre esa base vamos a trabajar, es posible que podamos tener un museo del narcotráfico», dijo recientemente.
El museo sería una estructura de unos 7 metros de altura y 115 metros cuadrados. Para su construcción, se estima una inversión de 14 millones de pesos; el museo exhibiría objetos de famosos narcotraficantes, así como su historia.
Badiraguato es la cuna donde nació el sanguinariamente célebre Chapo Guzmán, pero también es el pesebre que concibió a otros capos mexicanos de mucho renombre, como Rafael Caro Quintero, Ernesto Fonseca -alias Don Neto-, y Amado Carillo Fuentes, consagrado como El señor de los cielos.
En Badiraguato, el narco es visto por algunos como una religión. A los narcotraficantes se les venera.
A la entrada del pueblo, frente a la estatua de Juárez, Simona Villalba, de 37 años, atiende un pequeño restaurante. «Para mí es lo máximo el Chapo, la verdad, es de aquí, de Badiraguato, de aquí han salido varios narcos relevantes… porque son bien hombres», le dijo la mujer hace algunos años a la BBC Mundo mientras cortaba un tomate y picaba una cebolla.